Hace un año ¿Un principio y un final?

La semana anterior al 14 de marzo fue un poco extraña. Había algo en el ambiente, como que se veía venir algo nuevo. Pero no le daba mucha importancia. No sé, tenía en la mente avisos de pandemias anteriores -Gripe A en 2009- y relativizaba bastante todo.

Hace unos días, mi antigua alumna -y amiga-, Mar Bassa, me peguntó para su blog, cómo viví los días previos a la declaración del estado de alarma, y cómo afronté el curso. Y recordé que tenía un borrador escrito, de cómo pasé aquellos días y se lo mandé´. Son estas reflexiones que comparto.

Recuerdo que, además, en la universidad teníamos huelga de limpieza y todo estaba un poco “patas arriba”. El alumnado nervioso, parte del profesorado también…

Acaba de empezar el cuatrimestre, ese curso me había propuesto recuperar parte de la ilusión y las ganas por las clases que años atrás había perdido, por diferentes razones, del ambiente universitario y un poco de agotamiento personal. Y así empecé.

El último día que di clases presenciales, tuve dos horas de máster y cuatro de grado. Y todas con la misma intensidad e ilusión que cuando empecé. Tenía todo diseñado, para disfrutar y hacer disfrutar al alumnado durante el curso

En el caso de máster justo fue la última sesión. En el caso del grado, me dio tiempo a compartir apenas cinco sesiones con los grupos.

Afortunadamente, llevo desde 2010 apostando por la evaluación continua, con un trabajo de grupo y varios individuales. Por lo que la adaptación en la parte que más podía preocupar, no me supuso un importante cambio.

Pero, de repente, el día 14, mientras estaba en un curso de formación de profesorado, recibí una llamada de una compañera, para decirme que se suspendían las clases. En un primer momento, no supe asimilar si era por la huelga de limpieza de la universidad o por el COVID. Luego pensé que sería solo por 15 días. Eso parecía. Pero no. Ese día me quedé hasta última hora en la facultad. Porque quería dejarme cosas cerradas y saber si tenía que llevarme material para casa.

Al día siguiente, a media mañana, avisé en casa que el presidente del Gobierno iba a comparecer, porque me había llegado por privado la información, y no me creían. Luego vino el aviso: confinamiento.

Los primeros días fueron un poco de mezcla de sensaciones. Tristeza, algo nuevo, informativamente relevante y miedos. En cuanto sonaron los primeros datos y vimos las imágenes y me vi en el pack del personal de riesgo por mi diabetes, predominó el miedo y el bloqueo. Pero, necesitaba ocupar la mente. La saturación informativa me estaba bloqueando. En casa, nunca se habían preocupado tanto por mi enfermedad hasta esos días. Pensaba que necesitaba tener de todo -medicinas que necesito- por si acaso y salí a la farmacia.

Luego, en dos días, hubo que preparar la adaptación del modelo online de la docencia. Me fui un viernes a casa en presencial, y tuve que improvisar en un fin de semana las clases, como todos mis compañeros y mis compañeras. Y así fue.

Primero intenté reforzar los canales de comunicación con los estudiantes -con Whassap y Telegram-, especialmente con las representantes de estudiantes. Luego me puse en su lugar, tenía que empatizar, no conocía todos los casos, pero tenía que pensar que no todos podrían tener las mismas facilidades técnicas para seguir las clases, o podrían estar contagiados o algún familiar, o mil preocupaciones en la cabeza. Y a partir de ahí, programé la docencia. Para mí, la educación es el mejor ascensor para garantizar la igualdad de oportunidades. Y tenía que pensar en todos y cada uno de los casos. Que nadie se quedara atrás.

Solo tuve que cambiar las exposiciones y reforzar las tutorías. El resto fue fácil. Era un buen grupo de estudiantes. Y nos complementamos bien. Pude, al menos, recuperar esa ilusión de mis primeros años. Nunca olvidaré este curso. Son de esos que siempre dices: nuevos principios y nuevos finales. Eso ha sido el curso 2019/2020 para mí. Porque muchas cosas, no volverán a ser como antes.

En lo personal

Afortunadamente, en salud, no tuvimos problemas en el entorno más cercano, y en mi caso también hubo nuevos principios. Después de unos meses con el tratamiento de insulina, llegó a mi vida, en un momento crucial, el parche de abbot, freestyle, que me ayudó a mejorar la gestión de mis controles de glucosa, y estar más tranquilo y seguro en casi todos los aspectos.

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